
Cuando Carla oyó las explosiones salió al balcón, me llamó, y dijo que teníamos que verlo de cerca. Yo le dije que estaba loca si pensaba que iríamos a ese lugar. Carla dijo que no teníamos elección: Si Mahoma no viene a la montaña, la montaña viene a Mahoma.
Entonces escuchamos la tercera explosión. Nos sumergimos en su impacto. La montaña había llegado.
Pronto perdimos la cuenta de las bombas.